La charrería lagunense tiene una tradición de varias décadas y se ha desarrollado tanto en la comunidad como en diversas ciudades de Estados Unidos.
En 1972 surge el primer equipo lagunense de charrería, La Zacatecana, en California, Estados Unidos, organizado por la comunidad migrante. Sus miembros fundadores: Javier Ruedas Vargas, Francisco Ruedas Vargas, Genaro Ruedas Vargas y Rafael Cabral Vargas entre otros. En ese entonces era la cuarta Asociación de Charros en el país del norte.

Las destrezas charras se remontan a los primeros tiempos de la dominación española en México. Las suertes conocidas actualmente son las principales ejecuciones que los charros realizan durante el desarrollo de una charreada, sin embargo, fue necesario un largo proceso para que aquellas habilidades con que llevaban a cabo los trabajadores el manejo del ganado como el arrear, juntar, amansar caballos y mulas para la silla y para la carga y el tiro, y para las labores de la mina y el molino, o el adiestramiento y el amansado de toros anovillados para el tiro de carretas y el arado, se covirtieran en faenas realizadas por gusto y diversión. Puede decirse, por lo tanto, que el origen de la charrería es popular y ha tomado poco más de cuatro siglos para su conformación.

Dos fueron las escuelas de equitación implementadas por los españoles en nuestro país: La Jineta y La Brida. La primera, llevada a España por los árabes, originalmente de una tribu del norte de África denominada Xenetes o Jinetes de donde tomó su nombre, fue exclusiva para uso de los españoles. La Brida, originaria de España, tenía diferencias con la Jineta en la posición del jinete, la forma de la silla, el freno y las espuelas, ésta fue la que tuvo mucho auge en la Nueva España. Sin embargo, se tenía prohibido que los indios montaran a caballo, incluso había pena de muerte para quien quebrantara las disposiciones de acuerdo a la Primera Audiencia, mas, al no haber suficientes trabajadores de confianza y al aumentar el ganado en sitios de cría, la exigencia de una mayor cantidad de personal capacitado obligó a los ganaderos españoles a utilizar el trabajo indígena en este ámbito.

En 1550 ya existía un estilo de silla de montar mexicana diferente de la española. Según explica Álvarez del Villar “al no permitirse a los nativos la utilización de los arreos españoles, montaban a pelo y en lugar de freno sólo utilizaban una cuerda que viene siendo el bozal, posteriormente utilizaron una zalea, después le agregaron el fuste y los demás complementos que si bien tomaron de los españoles, no los copiaron y de ahí han evolucionado hasta llegar a los que conocemos actualmente.

Una vez relacionados los indígenas con los trabajos de la ganadería y, por disposiciones civiles y morales, tenían que cubrir su cuerpo con el único material al alcance: la manta. Con ésta confeccionaban camisa y calzón, y para cubrirse del sol empezaron a utilizar sombrero de palma.

Posteriormente se utilizó piel de venado para evitar el desgaste de la ropa. Como un primer paso se ató a la cintura; después se cortó en la entrepierna y se coció a los lados con correa de la misma piel, ésta entonces llegaba debajo de la rodilla y se llamaba calzonera pero en el siglo XVIII se aumentó el largo hasta el suelo, la costura se sustituyó por botones y cadenilla de plata, éste es el origen de la actual botonadura de plata.

Para cubrir el tórax primero se utilizó un tipo de jorongo de piel, después se cosió a los costados dando origen a la cotona (especie de chaqueta), se le agregaron las mangas, luego hombrera o charretera y posteriormente se le hicieron recortes a la altura de la cintura.

Se utilizaban unas tiras de piel para proteger la pantorrilla dando origen a unos zapatos llamados de dos riendas porque se sujetaban con dos tiras de piel. Después se utilizarán las botas de campana cuyo usó llegó hasta el siglo XIX.

Las características definitivas de la charrería la llevan a cabo los mestizos. Eran pequeños propietarios o arrendatarios dedicados a la agricultura y a la ganadería. Por la utilidad que les representaba, tenían gran apego a la tierra y al caballo y su posición social y económica les permitía el uso de telas como jergas y paños de fabricación nacional para su vestimenta, lo cual propició, paulatinamente, el desarrollo en el diseño del traje de charro que el siglo XIX traerá consigo el sombrero de copa alta, el pantalón ajustado y cerrado, botines y espuelas distintas de los utilizadas durante la Colonia.
En cuanto a la silla de montar, tendrá menores dimensiones y aparecerá la llamada silla de esqueleto (sin cantinas). Es una silla más estética. De acuerdo a la posición económica y a la región a que perteneciera se originan distintas clases de charros: la de los Caballeros, la de los Rancheros y caporales y la de los Mosos de estribo.

Si bien solían hacerse faenas por gusto en los llamados corrales de manejo y en el campo desde tiempo atrás, no es sino hasta 1921, durante el gobierno de Álvaro Obregón que se realizan jaripeos y se forman grupos de charros de todas las clases sociales para hacer exhibiciones de las faenas como parte de los Festejos por el Centenario de la consumación de la Independencia. En este mismo año nace la Asociación Nacional de Charros en junio de 1921.

Doce años después, el 16 de diciembre de 1933, se declara a la charrería deporte nacional y se constituyóe la Federación Nacional de Charros, que a su vez, fue la primera Federación deportiva que integró la Confederación Deportiva Mexicana. Su primer presidente, el Lic. Silvano Barba González.